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El diseño industrial se puede desarrollar de muchas formas. Entre ellas podemos encontrar la fórmula de ser parte integrada dentro de un grupo de trabajo pluridisciplinar.
La relación que el diseño industrial establece con otras profesiones y/o disciplinas dentro de estos grupos es muy diversa. Y es que no es lo mismo compartir trabajo con otros diseñadores, ingenieros o técnicos, con los que normalmente se comparte cierta visión general, que hacerlo con profesionales del marketing o de áreas de perfil más comercial que persiguen otro tipo de objetivos.

Quizás una de las relaciones más "especiales" sea la que se establece entre el diseño industrial y el marketing. Podemos decir que ésta es una relación que puede dar lo mejor de ambas disciplinas pero también puede extraer lo peor por la clara diferencia de ideales.

El binomio formado por el marketing y el diseño industrial

Cuando el diseño industrial se da integrado en equipos de trabajo éste, ya sea de forma directa o indirecta, está expuesto normalmente a decisiones de terceros con mucho poder de decisión dentro de la estructura del proyecto.
Son decisiones que muy probablemente influirán en nuestro propio trabajo de forma muy importante y por ello la resolución de un proyecto difiere mucho en base a que perfil disciplinario (ingeniería,marketing, ventas, gerencia, ...) asume la dirección del proyecto.

En las grandes empresas principalmente las directrices generales de los encargos y la formación de equipos -así como la trazabilidad de las necesidades- provienen del marketing o sus análogos. Por esta razón el marketing y el diseño industrial suelen ser siempre parte integrante de estos equipos de trabajo y están condenados -a veces en el buen sentido de la palabra y otras veces no tanto- a caminar de la mano.

Como diseñadores industriales debemos reconocer que el marketing tiene gran parte de culpa -o toda- en el éxito de los productos diseñados. Como “directores generales” del proyecto han advertido unas necesidades concretas de sus mercados y nos las han trasladado y sintetizado de forma muy detallada a través de unos briefs que pretenden asegurar el perfecto encaje de esos nuevos desarrollos entre sus clientes, sus usuarios y en su mercado.
Suelen saber con precisión que es lo que necesita su mercado y por ello tutelan en todo momento la línea de proyecto mostrándonos a los diseñadores y al resto de los participantes en el proceso de desarrollo de un producto el camino a seguir hasta esa solución ideal.

Es importante reiterar que los productos resultantes de este tipo de esquemas de trabajo suelen acabar convertidos en éxitos porque se adaptan perfectamente a los nichos de mercado previamente estudiados. Esto nos muestra la magnífica labor de estudio y análisis que realizan estos profesionales. Conocimientos que además vamos adquiriendo también nosotros (los diseñadores y otros profesionales del grupo) así que la relación no puede ser, en ese sentido, más fructífera.

Pero no todo es tan idílico. No. En esencia la idealización de los mercados y la percepción de los productos es muy distinta de unas a otras disciplinas. Confluyen visiones enfrentadas y esto coloca sobre la mesa de trabajo un eterno conflicto moral que solo puede superarse mediante la más correcta de las gestiones. Podría decirse que se establece una relación de "tira y afloja" en la que jamás debemos de perder de vista el objetivo.

Integrados en esta fórmula las decisiones de unas y otras partes son constantemente revisadas provocando una intervención continua muchas veces injustificada, de las que todos somos -en mayor o menor medida- responsables. Con mucha facilidad lo objetivo puede convertirse en subjetivo por la imposición de varios factores y esto es muy peligroso para el resultado final.
Por lo general, mientras el diseño industrial va cerrando el proyecto en base a unos objetivos muy definidos el marketing, en constante estado de movimiento, va incorporando nuevas pautas. Esto provoca un sinfín de modificaciones y adaptaciones que a su vez solo hacen que introducir más tesión al proyecto.

Otro gran inconveniente a la hora de trabajar en equipo con diversos profesionales y/o disciplinas es que las velocidades de trabajo suelen ser algo dispares provocando, en muchas ocasiones, no solo que se tomen decisiones de forma acelerada, con el riesgo que eso conlleva, sino que además sean tomadas y/o asumidas por profesionales a los que no les correspondería.
Tengamos en cuenta que marketing suele cuadrar su agenda en primer lugar y plantea de inicio una fecha de finalización y lanzamiento que el resto de profesionales, entre los que se incluyen los diseñadores industriales, deben encajar en su trabajo.

La solapación de papeles, motivada principalmente por la ostentación de poder en el estatus del proyecto, suele incidir muy negativamente....

... Y podríamos añadir otras muchas problemáticas que seguramente han provocado la insatisfacción de alguna de las partes en algún que otro proyecto. Y es que este binomio paradojicamente acaba convertido en una bestia de dos cabezas. Dos pensamientos y dos criterios muy diferentes que deben saber acompasar sus pasos si pretenden avanzar de forma satisfactoria.

Dado que todas estas barreras son casí intrísecas en este tipo de estructuras jerárquicas, debemos saber y aprender a sortear estos obstáculos para lograr los mejores objetivos dentro de este binomio.

Pero para concluir de forma positiva podemos decir que este bimonio, formado por el marketing y por el diseño industrial, es en el fondo una buena fórmula de trabajo que suele dar buenos frutos, aunque también puede provocar el más estrepitoso de los fracasos si perdemos de vista y no aceptamos con humildad que en los procesos de desarrollo cada parte, como es lógico, tiene sus propias responsabilidades y tiene marcada un “área técnica” que no debería sobrepasar en favor siempre del mejor resultado posible. Al fin y al cabo,dentro de un proyecto, todos velamos por los mismos intereses; aportar las mejores soluciones de proyecto en todos los sentidos.

La extraña relación que se establece entre el marketing y el diseño industrial podría resumirse en que los primeros, con gran poder de decisión, saben lo que quieren aunque desconocen realmente como llevarlo a cabo y los segundos, sujetos a unas restricciones, no tienen porque saber que es lo que se necesita pero si que pueden definirlo si se les dan las debidas "cartas de navegación". Este "limbo conceptual" que surge entre el terreno de ambas disciplinas se convierte en una lucha constante entre ideales, "poder" y visiones del mercado. Pero merece la pena asumirla.

Febrero de 2012