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Burbuja en el Diseño Industrial

A razón de la última edición de la Feria del mueble de Milán de 2011, recién clausurada, mucho se ha hablado (para todos aquellos que han querido escuchar) de las grises propuestas de diseño presentadas y de la poca innovación de la que han hecho uso tanto diseñadores como empresas. Se constata un panorama anodino e insulso que venía anunciándose desde hace tiempo.

Las grandes vacas sagradas del diseño industrial han realizado un trabajo bien sencillo; firmar productos y poco más, aunque aquí cabría ser más crítico y preguntarse seriamente; ¿A caso no han hecho siempre lo mismo?.
En definitiva es una estrategia que realmente poco funciona en mercados resentidos, cansados y extremadamente difíciles en épocas de poca bonanza, como la situación actual en la que vivimos en los últimos años. Pienso que ahora debe de primar más la sensatez y la coherencia así que llegados a esta triste situación es hora de empezar a pensar en un cambio de rumbo. Es la hora de que las empresas vayan apostando por sabia nueva. Y me refiero a sabía nueva de verdad. No cometamos nuevamente el error de dar paso prioritario y/o masivo a esos jóvenes diseñadores industriales que muestran ya, de forma evidente también las mismas dinámicas que esas criticadas hoy referencias del diseño y que por ende presentarán, con casi toda seguridad, sus mismas deformaciones y reiteraciones constantes de ellos mismos. Yo hablo más bien de diseñadores profesionales sometidos totalmente al proyecto por encima de todo.

Inmerso en el epicentro de la industria desde hace muchos años soy consciente, a partir de casos reales, experiencias y proyectos ajenos en los que he tenido que participar y aportar soluciones de fabricación, que contratar a ciertas vacas sagradas tiene sus riegos porque ese selecto y afamado grupo de diseñadores hacen siempre sus propios proyectos de diseño industrial. Propuestas totalmente alejadas, en realidad, de las necesidades reales e intrínsecas de las empresas, por no hablar ya de las carencias reales que presentan y los enormes problemas, de entrada, en fabricación que suponen muchas veces estos proyectos de superficie más centrados en gestos que en estructuras.
Y es que este tipo de perfiles profesionales suelen proponer siempre diseños bajo el briefing único de su propia consideración y puntos de vista (parámetros totalmente subjetivos), lo que provoca constantemente una copia de su propio trabajo. Es decir que suelen hacer siempre lo mismo y eso ya está muy visto por un mercado “alzado hoy en pie de guerra”.
Este constante plagio personal e interior que realizan estos afamados diseñadores se evidencia de forma clara en el hecho que se define para ellos un propio estilo que además se puede reconocer fácilmente. Pero si el diseño no es una corriente artística, no es arte, ¿ No es más coherente y lógico imaginar que debe estar alejado de este tipo de subjetividades y que cada proyecto debe responder exclusivamente a una problemática concreta y específica y que además su resultado deberá estar ligado estrechamente a la resolución de sus problemas de proyecto?. Este objetivo procedimiento de sumisión total al proyecto y sus necesidades no daría cabida a estilos (algo que no debería existir por concepto en la disciplina) ya que cada encargo en realidad es diferente al resto.

Usando un término que ha estado de moda, por desgracia, creo que lo que viene existiendo desde hace unos años es en realidad una burbuja del sector diseño. Una burbuja que la crisis, el aburrimiento y la necesidad de encontrar y/o recuperar mercados está desinflando rápida y obligadamente. La pena, al igual que otras burbujas existentes en otros ámbitos, es que hace muchos años que se conocía de su existencia pero el mercado y la industria, cegados por una orgía de beneficios, no se han preocupado por plantear soluciones de futuro.

Desde hace unos meses ya va quedando reflejado tanto en los medios impresos como en los blogs de diseño u otros soportes, que ya no sirve simplemente una firma para vender, ni incorporar por incorporar, un producto (cualquiera firmado eso si) a un catálogo sino que este producto debe estar ajustado a la filosofía exclusiva y objetiva (y no la del diseñador) de la empresa y las necesidades de sus usuarios y/o clientes que son a la fin los que acabarán adquiriendo y usando el producto.

Hoy que todo este discurso se hace latente de forma expresa creo que se apostará en serio por un cambio en beneficio de nuestra profesión, las industrias y los mercados. Hoy aquellos mismos que permitían la situación ya no la aceptan ni la resisten, así que es hora de cambiar…. Y yo, yo estoy a favor para el bien del diseño industrial.

Dicho todo esto es importante también decir que hay muchos grandes diseñadores y estudios que trabajan muy bien. No mal-interpretéis mis palabras, aquí me refiero a un grupo aunque por él pagamos muchos....

Abril de 2011