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La sostenibilidad

En genérico podríamos decir, de forma muy básica –como diseñadores creo que debemos a aprender a sintetizar los conceptos para extraerles el máximo rendimiento- que vendría a ser como el conjunto de reglas por las que los recursos naturales del planeta, explotados por el ser humano para sus propios fines, pueden ser renovados y/o reutilizados y por extensión -estas reglas- contribuyen de forma directa a preservar la máxima longevidad de todo ecosistema existente.

Y desde el punto de vista del diseño industrial, también sintetizando al máximo, podría decirse que el concepto “sostenibilidad” es también un conjunto de pautas, reglas y/o acciones, que incorporadas ahora directamente al proceso y la metodología de diseño industrial, nos permiten resultados controlados que pretenden el mínimo impacto físico y/o medioambiental y por ende contribuyen a la conservación del planeta y fomentan el respeto hacía los seres vivos.

Si atendemos a estas dos definiciones, de cosecha propia, podemos ver que se deriva en ambas que la sostenibilidad es un concepto totalmente dependiente.
Pero, ¿esto que quiere decir?. Pues básicamente que podemos afirmar que ese estado ideal de todo ecosistema; ser sostenible, depende de una serie de normas que han de tenerse en cuenta por los que explotan en mayor desmedida los recursos –osease el ser humano- para que pueda darse.


Que sencillo ha resultado. Al final el diseño tiene esta enorme capacidad de dejar las cosas en su mínima expresión. Lo filtra todo para componer las cosas con el mínimo número de elementos.

Definido el concepto, aunque sea de esta forma tan sintética y subjetiva, hagamos nuevamente un poco de historia.

El ser humano, desde la prehistoria, ha transformado su entorno a partir de la modificación y/o explotación de los recursos que disponía para su propia subsistencia. Es más, su diferencia principal con otro tipo de seres vivos, más allá de su capacidad de raciocinio, reside en esta característica. En la adecuación particular y la transformación del entorno para ciertos fines.
Así que desde aquel entonces donde el Sílex les procuraba útiles para curtir y/o cazar, podemos decir que el hombre diseñaba. Hacía sus armas, habilitaba sus cuevas o se protegía mediante pieles. Y es que como creo que ya he dicho anteriormente, el diseño, que en su concepto más amplio no deja de significar la modificación de las cosas con una clara función de uso, es casi tan viejo como el ser humano.

Cuando la explotación de estos recursos respondía estrictamente al concepto de supervivencia, como era el caso de nuestros ancestros más primitivos, debemos reconocer que el impacto es muy pequeño y que la totalidad de los recursos explotados eran renovados con facilidad. Sobre este punto me gusta pensar también que la parte instintiva, aun muy presente y ligada estrechamente a la naturaleza , les impedía una destrucción intencionada de su ecosistema.

No es hasta que el hombre se organiza en sociedades y aparece un comercio algo más complejo en el que este impacto, que no está ya motivado exclusivamente por la supervivencia sino que empiezan a aparecer ciertos intereses, empezará ya a ser menos sostenible. Adquiriendo su máxima expresión, en sentido negativo, durante el camino que la humanidad recorre desde la aparición de la industria hasta la aparición de unos mercados que demandan ciegamente una sobre-explotación de los recursos bajo la creencia de un bienestar social basado en el consumo, puro y duro. La aparición de unos mercados que perdieron hace tiempo todo tipo de moral dando prioridad a sus propios intereses.
Aquí es donde realmente el ritmo de explotación y la falta de sentido común provocan un desgaste tan masivo y continuado de los recursos que empiezan a resentirse y algunos ya presentan dificultades de renovación.

Llegados hasta aquí conviene decir que soy de los que creen que toda acción del hombre, por pequeña que parezca, tiene un impacto y un desgaste no renovable. El planeta y los recursos, al igual que el ser humano, envejecen y antes o después perecen para siempre. Por esta razón entiendo la sostenibilidad en términos de longevidad y no de perpetuidad.

Habiendo dejado claro anteriormente, aunque sea entre líneas, que la sostenibilidad -dicho así o de mil maneras- es lo que nos permite, en esencia, seguir viviendo en la tierra, cabría preguntarse:

-¿Quién acaba con algo que acaba consigo mismo? Imagino que solo un suicida.
Pero como la inmensa mayoría de los seres humanos no lo somos creo que este problema que nos acecha y que pone en riesgo nuestra supervivencia tendrá una solución efectiva cuando abramos un poco los ojos. Esto es por lo menos esperanzador.

Es cierto que ahora estamos todos muy sensibles al respecto. Esta jornada es muestra evidente de ello.
Empezamos a admitir, poco a poco, que este camino desbordado está acabando con nosotros mismos.
Una vez tomada consciencia, y lo estamos haciendo ya, creo que estamos listos para empezar a plantear soluciones y a llenarlos los bolsillos con grandes dosis de responsabilidad para el viaje que ahora toca emprender.

Debemos aportar, adoptar y/o plantear soluciones. Éstas han de ser tanto generales como particulares en cada caso. Es un esfuerzo de todos. No podemos olvidarlo. Como diseñadores industriales tenemos que saber la responsabilidad enorme que tenemos al respecto. Responsabilidad que ya abordaremos en los próximos puntos.

Al respecto de las soluciones generales creo que una de las medidas de futuro es apostar por una educación sólida. Debemos implantar por defecto, en el seno de la enseñanza primaria más elemental, este tipo de temas (y otros muchos) y no abandonarlos jamás. Una sociedad educada –podemos empezar a mirar al norte- es una sociedad que posee una moral colectiva de respeto al prójimo y a su entorno. Reconozco que puede parecer profundo. Y lo parece porque en realidad lo es. El diseño en particular y la humanidad en general deben empezar nuevamente a generar ideales. Unos ideales que hemos ido perdiendo.
Posiblemente esta carencia de ideales ha influido notablemente para llegar al punto en el que nos encontramos.

Otro enorme problema, como hemos citado, lo origina la estructura actual de los mercados. Devoradores insaciables de recursos. Pero ellos, hay que empezar a decirlo, no son los malos principales de la película porque no dejan de ser el resultado de una estructuración social y económica.
Los mercados no se han estructurado así por generación espontánea –recordemos que la actitud de éste diseñador que os habla es la de siempre justificarlo todo- sino que son meramente el medio que utiliza el actual modelo de crecimiento económico para su funcionamiento. Un modelo que se ha implantado desde hace años en la mayoría de las sociedades.

¿Entonces debemos empezar a buscar nuevos modelos de crecimiento económico?
Al parecer si. Dicen, los que saben, que la solución más sólida y de futuro se encuentra aquí. Debemos cambiar. Algunos pensadores económicos opninan al respecto que el futuro pasa por empezar a variar el concepto crecimiento por el de progreso. Puede parecer algo muy similar y por ende muy fácil de lograr pero el concepto entraña mucha complejidad. Y al parecer no es tan fácil de implementar.

Sin ser un experto en materia económica y con el riesgo a equivocarme, creo que para que España genere empleo y todo lo que ello motiva; consumo, bienestar social, privilegios públicos, infraestructuras, sanidad, etc.. este modelo actual nos obliga a crecer del orden del 3% anual. Sin este porcentaje mínimo el sistema, como podemos ver y vivir durante los últimos años, no se sostiene. No funciona. Se para.
El modelo basado en el “progreso” viene a decir que una sociedad es más sostenible si crece por debajo de ese porcentaje. Ahora bien, ¿Cómo lograr que funcione un país como España, con una sociedad pública basada en bienestar, por debajo de un 1%?. Pues en realidad aun es un paradigma. Pero pienso que a este ritmo lo descubriremos muy pronto. Estamos en una situación muy crítica, como sabemos todos, en que debemos seguir adelante casi con un país parado.

De este modelo de progreso, que es un modelo complejo, si que podemos intuir que incidiría directamente en la estructuración y la dinámica de los mercados, en la explotación de los recursos y en el reparto de bienes. Así que debemos esperar que realmente la teoría pueda resultar práctica.

Pero más allá de las soluciones estructurales y/o de medio plazo, si que podemos empezar a aplicar acciones más inmediatas. Debemos empezar a penalizar rigurosamente todas aquellas conductas irresponsables, erróneas y lesivas. Para esto el papel legislativo y judicial también debería estar a la altura de las circunstancias.

Aunque si se me permite la broma; ¿Cómo podemos decirle a la justicia que penalice la IN-sostenibilidad cuando vive aun en la era del papel y acumulan toneladas y toneladas de papel, recursos, esfuerzo y tiempos en cada causa?. Les hace falta la informatización del sistema. Que en términos de diseño podríamos denominar como una desmaterialización. De la que hablaremos también más adelante.

Pues así de sencillo. Y así de básico. Todo lo demás creo que es una deformación intencionada, siempre hablando en términos de mercado, que únicamente busca un beneficio directo mediante la explotación del término “SOSTENIBILIDAD”. Ya hemos vivido etapas anteriores en que el concepto “verde”, “ecológico”, etc… Ha resultado ser simplemente una etiqueta que revaloriza comercialmente un producto. Nuevamente vemos como las etiquetas son importantes.

Resumiendo y reiterando los conceptos básicos de este bloque podemos puntualizar:

- La sostenibilidad depende de ciertas acciones humanas y por ello deben establecerse unas
normas y/o reglas que nos permitan la explotacióny utilización de los recursos siempre
posibilitando una renovación de los mismos.

- La sostenibilidad en términos de diseño industrial también reside en la implementación de
unas pautas que nos permiten productos más controlados desde el punto de vista de la
renovación de estos recursos.

- La educación y la búsqueda de nuevos modelos de crecimiento económico más sostenibles
serán las soluciones de futuro.

- Penalización rigurosa de acciones contrarias a la sostenibilidad como soluciones inmediatas.

Pero atendiendo a la sensibilidad humana y retomando aquello de que “no somos suicidas”, creo que si logramos abrir los ojos a la sociedad y le emplazamos a utilizar el sentido común, lograríamos la solución más efectiva y duradera posible. Con estas dos cosas podríamos tener sociedades mucho mejores, mucho más sostenibles y un contexto más sano y longevo.