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Conocimientos teóricos sobre Diseño Industrial o experiencia. ¿Qué es mejor?

Está claro que es una pregunta con trampa pues ambas cosas son necesarias para el más correcto desempeño de nuestro trabajo como diseñadores industriales.
Si bien es cierto que, adquirimos primero unos conocimientos teóricos que posteriormente, y en gran medida, son sustituidos o mejor dicho mejorados y confirmados por lo segundo; la experiencia.

Coincidiremos en que dos de los pilares más importantes de cualquier profesión son los planteamientos teóricos y la experiencia. El diseño industrial no iba a ser menos así que contempla ambas cuestiones y las suele confrontar constantemente para llegar a la mejor solución posible.

Nacemos como profesionales, si se me permite esta comparativa vital, con el disco duro lleno exclusivamente de conocimientos teóricos. Unos conocimientos de mínimos sobre nuestra profesión futura para que sepamos entender la complejidad de un proyecto de diseño industrial así como todas las variables que confluyen en él. En definitiva, unos mínimos requerimientos que, más que para alcanzar el éxito sirven para no caer en el fracaso directo.

Así que para un diseñador industrial recién llegado a la profesión todos estos conocimientos teóricos adquiridos durante su formación serán seguramente como una balsa en el mar con la que poder navegar sobre la superficie con cierta seguridad. Se convierten en nuestra primera garantía de proyecto y por ello es muy común que los más jóvenes profesionales se escuden siempre en ellos sin atender, muchas veces, otro tipo de recomendaciones externas. Y aunque esto pueda parecer un error, es muy habitual si tenemos en cuenta que esos primeros conocimientos acaban convirtiéndose en una especie de piedra filosofal sencillamente porque le han dado validez y credibilidad a su propia formación.

En el otro extremo tenemos “la voz de la experiencia". Una experiencia en principio ajena, de otros. Y que paradójicamente suele contradecir la propia teoría aprendida. Por ello, quien es poseedor de esta experiencia dispone de una garantía sin igual porque, a la fin, no deja de ser un conocimiento adquirido de forma empírica (validado) y tiene un enorme valor.

Cuando empecé en el mundo del diseño industrial solía, y aun hoy es así, oír de boca de muchos empresarios, industriales, proveedores o técnicos aquello de:

-“ No, no… Me parece lógico lo que planteas pero mejor lo hacemos de esta otra manera, si te parece, porque esto nos dio problemas en su día y nuestra experiencia nos dicta que….”

En general no he tenido problema alguno en atender este tipo de recomendaciones en cuanto a experiencia en soluciones se refiere, si más no, siempre las he considerado seriamente y las he evaluado.
Entiendo que la gran mayoría de los que las proponen, con un deseo innegable de que el proyecto no tenga problemas, conocen mejor que nadie su trabajo y sus productos. Sería osado y estúpido descartar esos planteamientos aportados al proyecto por cegarse en ciertos dictámenes teóricos.
Pero para que estas mejoras puedan implementarse con seguridad, debemos realizar un proceso de diseño industrial limpio. Es decir, emprender todas las fases que lo componen para disponer de evaluaciones constantes y revisiones periódicas que permitan este tipo de adecuaciones. Volvamos a reiterar lo dicho constantemente en estas reflexiones: La enorme importancia que tienen TODAS las fases del diseño industrial y el potencial que nos permiten si somos rigurosos.

Hasta el día de hoy puedo decir que he acertado atendiendo gran parte de estas alternativas práticas, hecho que ha motivado que haya ido actualizando mis propios conocimientos teóricos, sustituyéndolos muchas veces por este nuevo y ajeno conocimiento comprobado.

Cuando comenzamos en el mundo del diseño industrial solemos descubrir, sobretodo en los primeros proyectos (por lo menos a mí así me pasó) que, no solo no lo sabemos todo sino que a veces nuestros clientes y proveedores saben más que nosotros sobre ciertos aspectos que creíamos conocer muy bien y que creíamos además con el deber de conocer. Pero no nos debemos sentir frustrados porque creo que todo esto es muy lógico si entendemos que los conocimientos teóricos están, en cierta medida, obsoletos porque la tecnología y la ciencia avanzan muy rápidamente y la estructura académica no es capaz de procesarlos a la velocidad necesaria.

Por todo ello creo que la primera máxima de un buen diseñador industrial es saber escuchar y no dar nada por sentado. Al final, la experiencia se acabará convirtiendo en el mejor y más afinado conocimiento posible y entonces, transcurrido un tiempo y un bagaje, seremos nosotros mismos en primera persona los que, proyecto tras proyecto, podremos aplicarlos para mejorar y convertirnos en profesionales un poquito mejores.

Durante mi trayectoria como diseñador industrial he tenido oportunidad de trabajar al lado de muchos proveedores comunes a grandes y reconocidos diseñadores industriales. Me consta que los mayores errores que suelen cometer nuestras vacas sagradas es el de no atender, en muchas ocasiones, las recomendaciones técnicas de estos mismos proveedores cayendo así muchas veces en errores. Lo peor de todo es que son errores simplemente motivados por su endiosado carácter. Una actitud que les impide atender consejos.
No caigamos nosotros en los mismos errores en favor del diseño industrial y nuestro propio trabajo.

Junio 2011