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El desafío de diseñar un país
04 Venezuela como laboratorio posible
Estaremos de acuerdo en que, para lograr este objetivo, Venezuela necesita pasar de una economía extractiva a una industria diversa, orientada principalmente a la producción de bienes esenciales: agroindustria, energías renovables, movilidad, tecnologías, servicios útiles, bienes de consumo básicos, …
Y como esta es una idea que hay que bajar al suelo y hacer realidad, el rol del diseñador se vuelve decisivo y concreto. Aquí os ofrezco algunas pistas:
La primera:
No esperar a que la industria llegue, debemos imaginarla y facilitar los medios para que esto se produzca.
La segunda:
Los diseñadores y diseñadoras deben actuar como traductores entre la necesidad y la posibilidad. Y buscar esas necesidades allá donde menos se suelen buscar. Como dice mi estimado colega y amigo Ignacio Urbina Polo, que, seguro que conocéis, hoy las oportunidades del diseño se encuentran allá donde nadie ha mirado antes. Esta idea es muy potente y multiplica nuestras oportunidades, así que debemos formarnos una nueva mirada. Algo que se tiene que secundar, además -y esto es sumamente importante- desde el seno académico; desde las escuelas y las universidades: Es estéril trabajar con estereotipos que rara vez se materializarán (por lo menos de momento, en el “ahora”), como por ejemplo diseñar electrodomésticos, automóviles o aparatos de última tecnología, pues se carece de esta industria. Y sin embargo van los portafolios llenos; es inútil llenarlos con proyectos que no son aplicables a nuestra estrategia. Debemos ahondar en el diseño como proceso (siendo capaces de diseñar desde una cucharilla de café hasta un coche), pero centrar los esfuerzos en ir creando el camino del desarrollo con realidades en contra de las entelequias. De esto debe tomar buena nota la academia. Súmense a esta empresa, sean coherentes.
Y la tercera:
Los diseñadores y diseñadoras claro que pueden proponer formas, objetos y servicios, pero que se entiendan como puentes para esas nuevas estructuras sociales. Canalicemos los esfuerzos, es importante.
El diseñador no solo debe diseñar cosas: debe diseñar (las) condiciones. Y para que ello suceda, necesita pensar con profundidad, imaginar con responsabilidad, y comprometerse con la transformación real: actuar como un intelectual de su tiempo.
Y esto, ¿cómo se hace? Os preguntaréis. Pues ni más ni menos que activando el diseño desde el pensamiento a la acción.
Y como hasta ahora hemos hablado de ideas, pero es importante traducirlas en acciones concretas, aquí os dejo también algunas rutas posibles para quienes, desde el diseño, quieran contribuir a estructurar el país y fomentar la industria:
1. Mapear necesidades no resueltas
Es decir, investigar los problemas cotidianos más urgentes: movilidad, acceso al agua, herramientas para el trabajo informal, eco-energías… Como ya he dicho, y reitero porque es una pauta crucial: el diseño debe mirar allá donde nadie ha mirado aún.
¿Y dónde debemos mirar? Pues en primer lugar es inteligente mirar, o tener presente, los recursos y las posibilidades de Venezuela. No partimos de la nada, Venezuela tiene potenciales concretos que pueden activarse mediante el diseño industrial, siempre bajo esa visión estratégica de cambio, como, por ejemplo:
• Mirar los materiales locales: arcillas, fibras vegetales (cocuy, moriche, sisal), madera tropical, aluminio, caucho natural, reciclados plásticos muy abundantes… todos con capacidad de reinvención y valorización desde el diseño. Utilicémoslos.
• Mirar la tradición artesanal: cestería, cerámica, tejido, talla en madera, técnicas textiles, … que pueden integrarse a productos contemporáneos. No hablo de artesanía en sí misma, sino de productos que aprovechen este rasgo, fusionando técnicas ancestrales con innovación industrial. Esto permitiría exportar productos con un sello cultural único, desde mobiliario hasta textiles y objetos decorativos.
• Mirar el conocimiento técnico desaprovechado: enumerar comunidades con saberes prácticos en mecánica, electricidad, herrería, carpintería… que aún no estén conectadas con diseñadores y empezar a tejer, junto a ellos, nuevos proyectos. O utilizarlos como un canal real y accesible para el desarrollo de vuestros productos y utilizarlos como elementos de escalado.
• Mirar los recursos energéticos diversos: además del petróleo, hay potencial en energía solar, hidráulica y biomasa. Generemos proyectos en ese terreno.
• Fijarse en la ubicación geoestratégica: pensar en la ventaja que supone la ubicación de Venezuela como plataforma exportadora en el norte de Sudamérica, con acceso a rutas marítimas importantes. Una vez que nuestro diseño sea exportable, lo tendremos fácil, no desistamos.
• Mirar el espíritu emprendedor joven: muchos diseñadores ya están inventando desde la escasez con ingenio e inteligencia. En este sentido, nuestro aplauso, y facilitarles que den un pasito más.
Diseñar un país no es solo una metáfora. Significa observar lo que hay en el terreno, valorarlo, y hacer que crezca. Lo importante no es tenerlo todo, sino saber qué tenemos y para qué lo podemos usar como vía de transformación.
2. Diseñar desde la escasez
Proponer soluciones viables con los recursos que existen. Trabajar con materiales locales, tecnologías apropiadas, cadenas cortas y procesos sostenibles.
3. Generar prototipos funcionales
No esperar la fábrica: usar talleres comunitarios, impresión 3D, alianzas con cooperativas, ...
Esto no sustituye a la industria: es simplemente una estrategia transitoria, como sembrar semillas para un nuevo ecosistema productivo.
4. Formar micro-redes productivas
Unir carpinteros, herreros, costureras, técnicos… y diseñar juntos. Estas redes locales son el abono del terreno para la futura industrialización. Además, este tipo de estrategias permiten iniciar, con pocos recursos, un proceso real de diversificación industrial. No se trata de plantar las mismas semillas, sino de empezar a diseñar y planificar un jardín diverso. Es una forma de proyectar nuevas formas de industria desde la raíz misma del territorio.
5. Insertarse en políticas públicas o territoriales
Participar en proyectos de desarrollo local, gobernanza, planificación urbana. Que el diseño esté donde se toman las decisiones. Personalmente entiendo el diseño de forma apolítica, en el sentido de que creo que no responde a colores, al margen de los que pueda tener cada diseñador diseñador, pero es necesario poder acceder allí donde se toman decisiones de inversión pública y se destinan recursos.
6. Apostar por los Clusters industriales
Donde empresas, universidades y gobierno colaboran. Venezuela puede impulsar zonas económicas especiales para atraer inversión y generar empleo. Exploremos esta opción.
7. Documentar procesos y compartir
Cada experiencia debe convertirse en conocimiento abierto: manuales, materiales educativos, blogs, talleres. Esta no es la hazaña de un héroe, es una labor colectiva del diseño, una propuesta de equipo y transversal.
8. Educar con mirada estructural
Promover desde la academia un diseño que forme pensamiento crítico, sensibilidad social y compromiso ético. Que el peso de la docencia esté aquí; en el diseño como proceso. Eso pasa por seleccionar los ejemplos a diseñar y por orientar la investigación hacía una mirada interior.
El diseño no cambia un país desde un estudio cerrado, sino cuando se mete en el barro de la realidad. Cuando traduce la necesidad en posibilidad, el caos en estructura y la carencia en dignidad.
Y todo esto que os expongo, que es una labor que tenéis que llevar a cabo vosotros y vosotras, no será nada fácil; ya os lo digo, pero es apasionante. Será un camino muy duro y jugáis además en desigualdad de condiciones.
Yo, como diseñador en España, si mi proyecto requiere un recurso que está en China, Alemania o EEUU, en 5 días lo tengo en mi estudio. En vuestro caso, deberéis trabajar muy en clave interna, muy hacía adentro, porque incluso la importación, los envíos y los aranceles serán un impedimento. Sin ir más lejos, hace tres meses que envié dos libros a la ULA, y están parados en la aduana; no sé ni siquiera si llegarán nunca a su destino. Y estamos hablando de dos simples libros, imaginad otras materias o recursos.