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El desafío de diseñar un país
02 ¿Dónde estamos?
Hablaré de algunos aspectos concretos de Venezuela, pero el objetivo de esta charla también trasciende más allá de un país concreto. Pensemos hoy por encima del ejemplo; en genérico. Pensemos también en un diseño en relación a la economía y la sociedad, no hablemos del diseño de manera aislada, no en vano nació como una herramienta de progreso, como veremos después.
En este sentido, tenemos que decir que Venezuela ocupa hoy un lugar bastante bajo en los rankings de riqueza mundial: alrededor del puesto 65 en lo que se refiere a industrialización y bajamos hasta el 129 si tomamos como referencia el PIB per cápita. Su economía está fuertemente concentrada en el petróleo: más del 80 % de las exportaciones dependen de él. La industria manufacturera, aquella a la que más se circunscribe el diseño, representa apenas un 12 % del PIB, muy por debajo de los países que entendemos industrializados. Un panorama que, de entrada, dificulta la proyección del diseño.
En paralelo, si observamos los 25 países más ricos del mundo, descubrimos algo muy interesante: todos ellos, además de riqueza, tienen una infraestructura industrial sólida, y lo que es más importante: una cultura del diseño desarrollada. Allí también están las mejores universidades y escuelas de diseño, los estudios más innovadores y las ferias más influyentes. Así que la riqueza, la industria y el diseño no son cosas separadas: se alimentan mutuamente, crecen y dependen entre ellas. Este no es, por desgracia (porque me hubiera gustado ser yo el autor) una conclusión mía, se la oí decir en una conferencia al maestro Gui Bonsiepe y, aunque pasen años y años, la correlación de variables sigue intacta: allá donde florece la industria, florece el diseño (o viceversa) y mejora la sociedad y la calidad de vida de las personas. Por esta razón, no es para nada casual que los 25 países más industrializados del mundo sean también los más ricos, sean los que tengan mejor considerado el diseño (lo usen más) y ostenten los primeros puestos en los rankings económicos y sociales. Y, aunque no sea necesario decirlo, cuando hablamos de industria en el siglo XXI y lo hacemos además como diseñadores, estamos siempre hablando de una industria sostenible y responsable, algo que no es en absoluto incompatible, como piensan algunos, con el crecimiento económico a un ritmo del 3%, umbral en el que se produce un crecimiento que conlleva progreso.
La diversificación industrial permite generar estabilidad económica, innovación tecnológica y empleo de calidad. Atendiendo este hecho objetivo, Venezuela necesita romper el ciclo de dependencia con el petróleo y avanzar hacia una diversificación productiva y que esta sea además de tipo estructural. Debe hacer crecer la industria, pero por encima de todo, diversificarla. Algo que no se logrará sin una visión clara, sin ilusión, sin acción y sin esfuerzo: preparémonos porque aquí es donde entran en juego el diseño y todos vosotros y vosotras.
El diseño es una forma de organizar lo posible. Y no tiene por qué ser material.