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El diseño importa. Y exporta


03. El diseño importa

A pesar de que no suelen aflorar datos sobre la importancia económica del diseño y su incidencia en las sociedades, debemos saber que existen. Y aunque son menos de los que quisiéramos, todos ellos vienen a constatar de forma bastante meridiana y rotunda que el diseño es una pieza clave para el desarrollo.

La aplastante conclusión que os presentaré a continuación la viene esgrimiendo en sus últimas conferencias el maestro Gui Bonsiepe, un diseñador para nada sospechoso de adulterar el panorama del diseño, así que no podría venir mejor avalada. Aunque según él mismo dice:

-“Debemos ser prudentes con los resultados porque todos los estudios sobre el diseño son muy mejorables. Actualmente aun se usan muy pocas variables para su confección y no dejan de arrojar resultados –aún- muy generales”.

La conclusión en cuestión es:

En el grupo de las primeras 25 economías en el ranking de competitividad no se encuentra ninguna economía que no esté también el ranking de los 25 países que más utilizan el diseño.

O dicho de otro modo; el estudio realizado puso de relieve que los 25 países que utilizaban de forma más vertebradora el diseño en sus estrategias sociales y económicas, coincidían también entre las 25 economías más competitivas del mundo.
España, por si os hacéis esta pregunta, no sale en dicho ranking. Por lo menos no en 2012.

Esto viene a demostrar, sin muchas discusiones, no solo el peso que el diseño tiene en el progreso y en el nivel social alcanzado por los países industrializados sino también la estrecha relación que existe entre el diseño y la competitividad, aspecto del que hablaré más adelante.

Quiero creer que si este dato u otro similar, donde se cita claramente al diseño, empresa y liderazgo en una misma conclusión positiva, lograra tener la divulgación necesaria, o mejor aun, se realizaran muchos más estudios en este sentido, el diseño gozaría seguramente de un reconocimiento social que favorecería su implantación real entre los agentes económicos para el desarrollo, como por ejemplo entre las empresas. Entidades que hoy ocupan toda nuestra atención.

A pesar de que muy pocos discuten el enorme rédito que ofrece el diseño en la estrategia empresarial no acabamos, en España, de entrelazar y/o conectar ambos mundos.
Pienso además que sin este tipo de estudios al diseñador sólo le queda hablarle al empresario del diseño desde el propio diseño. Y eso, tenemos que admitirlo, les puede suele sonar a cuentos chinos.

Resulta bastante lógico pensar que las industrias y/o empresas, que lo analizan todo en términos económicos y de rentabilidad de una forma sintética y gráfica, estén al margen del diseño si no empezamos a hablarles con cifras. En este sentido los diseñadores deberíamos empezar a ponerlos las pilas cuanto antes.

El diseño importa. Claro que importa. Y su importancia está cuantificada en términos objetivos y debemos ser capaces de hacerlos llegar a las empresas.

Al margen de cualquier dato, aunque reitero la necesidad de tenerlos en un futuro (y abogo a que algún estudiante recoja el testigo de esta petición para plantearse su PFC), el diseño es el elemento que pone en contacto las inquietudes y necesidades de los usuarios con la capacidad productora de las empresas.
Y lo hace teniendo en cuenta las reglas de juego del mercado por lo que se produce siempre una mediación que busca garantizar el más correcto de los encajes.
Ateniéndonos sencillamente a este principio no deberíamos dudar en que el diseño es necesario, no solo ya para las empresas sino también para la otra parte; los usuarios y la sociedad.

Pero si hay un hecho indiscutible y tangible que demuestra el papel fundamental del diseño industrial en las sociedades avanzadas es la propia historia. Solemos pasar por alto, pormenorizando constantemente todos los análisis, que desde principios del siglo pasado, concretamente ante el debate suscitado a partir de la exposición universal de 1851, todo el sistema industrial de las economías más poderosas se ha venido organizando hasta nuestros días a través del diseño.
Aceptando que hemos llegado hasta aquí mediante un sistema de industria y mercado que ha sobrevivido gracias a la articulación del diseño para su funcionamiento; ¿Como no va ha tener importancia el diseño para todas las empresas?

Aunque es cierto y resulta muy paradójico que siendo tan obvia la importancia del diseño para la economía nos cueste tanto hacerla evidente para las empresas. Y para muestra, no ya un botón sino éste y otros congresos que pretenden acercar diseño industrial y empresa.

Al inicio os he comentado lo poco que me gustan los ejemplos dentro del campo proyectual. Pienso que lo que define un buen proceso de diseño es atender la concreción y las necesidades particulares de cada cliente, de cada caso, de cada empresa e industria. Por este motivo, tampoco creo que desde la generalidad, que la utilizamos muy correctamente para intentar hablar del diseño a las empresas, podamos decir y/o hacer mucho más.
La clave está en evidenciar las bondades del diseño frente a una empresa en particular. Es por ello que lo más efectivo es intentar, cueste lo que cueste, que las empresas nos abran las puertas y una vez sentados, de tú a tú, podamos –ahora sí- centrarnos en todo lo que el diseño les puede aportar a ellas. Exclusivamente a ellas.

Así que no nos queda otra. Llamar a una puerta y a otra y a otra y otra… Explicar, actuar y diseñar. Y hacerlo bien porque ese trabajo siempre habla de todos nosotros como colectivo y disciplina.

Llegados hasta aquí creo que podemos decir que cuestionar la importancia del diseño en la empresa no es realmente el debate. Todos somos concientes de ello aunque tengamos, de tanto en tanto, que reiterarlo.
Posiblemente tenemos también, en parte, esta visión porque atendemos las excepciones. En otros contextos donde la industria tiene más tradición nadie duda del diseño y de su valor.
No quiero negar que nos queda un largo camino que recorrer porque hay muchas empresas, sobre todo entre las PYMES, a las que el diseño no logra llegar de la forma en la que debería de hacerlo. Quizás es este el debate real, como conectar ambos sectores; Diseño y empresa.

Tengo esperanza. Y la tengo porque he contrastado, mediante mi experiencia directa, que cuando logramos sentarnos en una misma mesa empresa y diseño aparece una nueva realidad dónde el diseño no se cuestiona.
Una de las reuniones más emocionantes que podemos vivir como diseñadores es, sin lugar a dudas, aquella con un cliente que aun no ha contratado los servicios de diseño. Si lo dejamos hablar, cosa que SIEMPRE hay que hacer, él mismo nos dirá que busca en el diseño.
Posiblemente nos hable con términos -e incluso con objetivos- muy diferentes respecto a lo que nosotros consideramos que deberían ser pero en la mayoría de los casos el fondo siempre suele ser el mismo: Saben hacer muy bien su trabajo e incluso tienen muy claro dónde llegar pero son conscientes de que necesitan afinar su discurso para conectar con un mercado que se reinventa constantemente. Reconocen, normalmente mirando a sus competidores y la realidad general, la importancia del diseño y saben que no hay un proceso mejor para abordar sus necesidades de cara a ser mejores.