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La mejor manera de defender al diseño industrial es desde el propio diseño

Hace tiempo que desde las redes sociales, blogs, foros y otras publicaciones crece y se endurece de forma notable la defensa que algunos promueven sobre la legitimidad de los concursos, la valoración económica del talento y el desarrollo y la dignificación de la profesión. Aspectos con los que la gran mayoría coincidimos y que seguramente todos defendemos.

-Entonces, ¿Dónde está el problema?

Bajo mi humilde punto de vista el problema lo encontramos al analizar quienes son los que lanzan estas ofensivas y sobre todo a partir de qué base o con qué motivo lo hacen.

En primer lugar tengamos en cuenta que esta acalorada defensa la realizan –en parte- no diseñadores. O no diseñadores en activo. La mayoría de ellos suelen ser individuos, venidos de muy diversas ramas, que hoy se reconocen "especialistas” en la “gestión administrativa” del diseño industrial. Es decir, son personas que se han incrustado en algunos órganos de "poder" tales como asociaciones, publicaciones, etc... Desde donde opinan por todos nosotros.

No estoy cuestionando en absoluto la legitimidad de estas acciones simplemente por la persona que las transmite, haya llegado al diseño desde y/o cómo haya llegado. Nada más lejos. Existen muchos profesionales, no diseñadores, que se caracterizan por su transparencia en este sentido.

Estos nuevos representantes no presentan o divulgan la auténtica visión interna –real- del diseño sobre los temas que ellos cuestionan. Y no lo hacen porque no pueden suplir la visión qué, como profesionales tenemos nosotros de nuestra propia disciplina. De esta manera vienen a poner en boca de todo un colectivo sus propias posiciones. Lo que supone en realidad un gran problema.
Aquí hemos fallado los diseñadores. La divulgación de la mayoría de aspectos del diseño está huérfana de una visión propia porque, y debemos ser rotundos, seguimos siendo vagos. Muy vagos. Nos sigue costando horrores dialogar sobre nuestra propia profesión hasta para defenderla.

Aun nos falta mucha implicación a este nivel. Un mal endémico que ya he criticado en muchas otras ocasiones y que provoca esta extraña jerarquía en la divulgación del diseño industrial. Delegamos, o mejor dicho para ser más correctos, permitimos que nuestra voz pública provenga desde fuera.

Esta pasividad conlleva riesgos. Son ya bastantes los que hablan por nosotros confeccionando un discurso para sus intereses. Y lo que es peor, pueden condicionar a los más jóvenes que hoy se acercan al diseño industrial. No es para tomárselo a broma.

En segundo lugar podemos decir rigurosamente que ninguna de estas quejas –centrándonos en esas voces concretas- se exponen de forma justificada o detallada. No se nos ofrece un razonamiento objetivo. Solo se nos intenta adoctrinar con la moraleja del escaso beneficio que recibiremos y/o del atentado contra la dignidad y los derechos de propiedad intelectual que supone sumarse a esas prácticas o iniciativas que ellos machacan.
Utilizan ciertas obviedades, que nadie discutirá, como una cortina de humo y así se hacen con la verdad como si de un sútil truco de mágia se tratase, o en este caso, logran realizar un magistral encantamiento. Nos hacen sentir culpables si pensamos diferente y rápidamente empatizamos con ellos.

Pero la verdad que muchos no alcazan a ver es más amarga y miserable. En realidad critican aquello sobre lo que aun no tienen el control pero aspiran a tenerlo. Sus quejas estan más motivadas por la pérdida del control de ciertos pedazos del pastel que por el altruismo hacía el colectivo de diseñadores.

Cometemos el error de dar crédito a todos aquellos que se erigen defensores del diseño. Es cierto que muchos tienen a su disposición, a través de los lobbys del diseño, los altavoces y que logran llegar más lejos y de forma masiva pero no por ello tienen razón. Nosotros, ilusos, nos sumamos a sus causas creyendo que son las nuestras.

Pero, ¿Quiénes son los que tanto critican ciertas prácticas y posiciones? ¿Quiénes son aquellos que enjuician estos aspectos? ¿Quiénes dicen defender nuestra profesión frente a las nuevas artimañas del mercado pero intentan con ello, como era de esperar, extraer beneficio propio a costa de nuestra disciplina?
El "vago diseñador" desde luego que no. Mucho más preocupado por su trabajo y -como siempre- despreocupado por estos temas.

Entonces, ¿Por qué damos crédito a ciertos individuos ajenos en realidad al diseño? ¿Solo por tener muchos seguidores en twitter o muchos amigos en Facebook? ¿Por trabajar en asociaciones, revistas u otros? ¿Qué han hecho realmente para merecer ser nuestra representación pública?
Pues la verdad es que bien poco. Si decimos la verdad muchos presentan una trayectoria tan escasa como triste. Pocos proyectos a sus espaldas y la mayoría malos. Es así y así suena. Seguramente en el análsis de sus vidas profesionales podamos hallar la razón de sus quejas. No hay que ser muy despierto para verlo. Se suman a ciertos lobbys del diseño simplemente para asegurarse una plaza y/o para tener voz. No les queda otra cosa que hacer para mantenerse dentro del sector.

Pues digámosles claramente que al Diseño Industrial se le defiende desde el diseño mismo. Que no los necesitamos. Que muchas gracias pero que pueden irse a vociferar y defender otro sector y otras causas.

Digámosles que al diseño se le defiende partiéndose la espalda y sudando sangre diseñando. Haciendo proyectos. Luchando, equivocándose y llorando... Nosotros -los diseñadores- apostamos por el diseño porque lo amamos. Jamás por los intereses. Es por esta la razón que no tenemos verdades abasolutas como parecen tener ellos.

Arrojemos un poco de luz para impedir que el diseño industrial se infecte. Desde hace mucho tiempo a muchos se les ve el plumero aunque nos seduzcan con sus causas. Seamos exigentes y pensemos seriamente en que ya es hora de hacer algo al respecto.

Nadie negará la hipocresía que destilan ciertas actitudes públicas pero sin embargo seguimos metiendo -los diseñadores- la cabeza debajo de la arena como las aveztruces. ¿Hasta cuando?

Por fortuna esas voces a las que se alude en esta reflexión no significan una generalidad aunque han logrado cierta difusión y va en aumento. Demos estar muy al tanto. De ahí el valor final de este pensamiento escrito.

Abril de 2013