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La importancia de una definición del Diseño Industrial


Otra pregunta que se suscita de la reflexión en torno a la definición de diseño industrial es:

-¿Realmente es importante una definición al respecto? y ¿Por qué es tan importante una definición del diseño industrial?

Sobre este asunto seré muy rotundo: Yo creo que si.
Es importante, muy importante. Fundamental en realidad e intentaré de forma muy breve ofrecer algunos de los motivos que reflejan esta necesidad.

En primer lugar en el diseño, otra herramienta básica que debe sumarse al diálogo anteriormente citado, es la definición.
En términos generales los diseñadores trabajamos con conceptos e ideas que debemos transformar en mensajes estableciendo una comunicación que nos permita hacerlas llegar a los usuarios y a la sociedad. Así pues el lenguaje es fundamental en el diseño y por extensión las definiciones son fundamentales.
Definimos con la máxima claridad los proyectos. Definimos los objetivos a alcanzar. Definimos los resultados… La definición, en todos los sentidos, está siempre en cada acción del diseño porque organiza nuestras ideas y conceptos a través del lenguaje.

Pero más allá de esta particularidad cómo herramienta que tiene la definición, no cabe duda de que ésta nos permite desarrollar de mejor forma nuestra profesión. Y nos lo permite porque lograr una definición concreta y particular del diseño es entender el diseño. Es aprender el diseño. Es poder enseñar de una determinada manera el diseño. Nos ofrece además algunas de las soluciones necesarias a los males que padece el diseño actual.

La definición nos ofrece por encima de todo un marco en el que el diseño industrial, no solo tiene planteada su propia actuación y finalidad sino que nos permite también establecer el grado de efectividad conseguido. Nos permite medir las soluciones y por extensión nos permite adecuar el diseño a nuevas necesidades.
Disponer de una definición es vital para la evolución del propio diseño. La definición es su propio futuro y lógicamente el nuestro como profesionales.

Acuñar una acertada definición nos permite saber en que se basa nuestro trabajo y por ende saber si está bien realizado y si cubre las necesidades sociales, económicas, culturales e intelectuales que conlleva. Nos somete positivamente a unas reglas para centrar todo nuestro esfuerzo y nuestro trabajo en lograr un cierto nivel requerido.
La definición nos dibuja y nos traslada todas las responsabilidades que debemos asumir como diseñadores.

Nos impide también perdernos en terrenos ajenos realmente al diseño. Y por el contrario, podemos ver con bastante claridad cuando otras disciplinas están traspasando nuestras líneas.
En este sentido, el establecimiento de límites es también obligado para poder trasladar con transparencia nuestra visión a todos los que nos miran desde fuera. Nos permite una mejor divulgación y promoción de nuestro trabajo y nos abre muchas más puertas. Nos ofrece a su vez aquel elemento principal para poder establecer o asentar unas bases coherentes para la regulación de nuestra profesión.
Desde la creación de un código de conducta ética y/o un código deontológico hasta el planteamiento del futuro Colegio Oficial de Diseñadores Industriales, la definición de la disciplina es fundamental. Debate, que por cierto, se abre también en este Congreso y que deberá tener todo esto muy cuenta.

Evitamos además, aceptando una definición concreta del diseño, todos aquellos debates que hoy día acaban pagando las empresas y la sociedad. Quedan debidamente claros y separados aspectos tales como el arte o la artesanía que tanto cuestionan y pretenden modificar nuestra labor y de los que espero poder tener oportunidad de hablar un poco más adelante.

Así pues, disponer -y sobretodo- aceptar una definición del diseño industrial es necesario para la propia subsistencia del diseño. Básicamente porque definir el diseño no es más que incorporarle, como disciplina, una ideología concreta.

Debemos asumir la importancia que la definición tiene para estructurar e incorporar al diseño un perfil ideológico con el que lograr solventar, de forma más efectiva, todas aquellas necesidades que nos demandan constantemente desde la sociedad, la industria o la tecnología, por citar algunos agentes implicados.
Desde la ideología podemos a su vez tomar posición y trabajar desde un prisma específico centrando todos los esfuerzos que hoy se requieren para salir de la crisis.

No puedo acabar este bloque sin decir que soy plenamente consciente de que muchos de vosotros podréis mostrar ejemplos factibles sin estar sometidos a este encorsetamiento teórico. Es cierto, existen. Cómo sucede en otros muchos ámbitos siempre hay excepciones. Son algunos, muchos o pocos, los que diseñan al margen del rigor del establecimiento de éste marco ideológico pero debemos considerar que no es bueno hacer regla de la excepción. En este caso, y ya más desde un punto de vista formativo, es necesario consensuar esta necesidad definitoria.

En 2015 se ha producido una nueva actualización de la definición oficial del diseño industrial por lo que considero importante, para todos aquellos que os habéis interesado por esta ponencia, de que dispongáis de ella. Y aunque no cambie notablemente el propósito de este ejercicio intelectual es un nuevo elemento a considerar. Aquí la nueva actualización.